sábado, mayo 16, 2009

La sabiduría de las multitudes, lecciones prácticas para políticos y aplicac...



 
 

Enviado por luishernando a través de Google Reader:

 
 

vía El caparazon de dreig el 9/05/09

Dejaba esta mañana José Luis (@idocente) el enlace a un artículo de Derek Pozawek que, al estilo de El fin de la soledad, creo imprescindible para recrearnos en algunas de las características de la sociedad humana que inciden en el comportamiento de los uusarios en la web actual.

Es uno de los principios marcados en obras tan importantes como Planeta 2.0 para la web social y uno de los que también marcarán y se verán impulsados por la mejora en los algoritmos que supondrá  la web semántica:  La sabiduría, la alquimia (Pisani) incluso de las multitudes.

Más en los tiempos que corren, cuando llevamos días recibiendo noticias que parecen poner en peligro el mejorable pero al fin y al cabo jardín de la libertad y conocimiento que vivimos en la red.

Quizás, como noto en algunos comentarios a Presentaciones anteriores sobre web 3.0 y demás, es un concepto que no termina de entenderse. Cuando en 2004 Surowiecki escribía La Sabiduría de las multitudes exploraba el mercado de valores, así como otros ejemplos clásicos en psicología. Ese es el valor, además de proporcionar un contexto en la web actual, del artículo que comentamos:

No se trata de que la gente sea más inteligente cuando está en grupo. Quizás todo lo contrario, pero las multitudes enfrentadas a desafíos adecuados y con la interface adecuada, pueden ser inteligentes. Cuando funciona, la multitud es más inteligente, de hecho, que cualquier participante por sí mismo.

Este es el ejemplo típico:   Imaginemos un jarrón lleno de monedas. Si preguntamos a un centenar de personas cuántos hay, todos fallarán. Pero si hacemos la media de las respuestas, las oportunidades de éxito son casi seguras, el resultado es casi perfecto y consistente entre distintos ensayos idénticos.

¿Imagináis el potencial de todo esto en un lugar como la web?

Pocas barreras de entrada y lazos sociales permeables constituye un ecosistema ideal para la sabiduría de las multitudes. Un ejemplo de ello, para el autor del artículo, es Google.

Pero para que la web devuelva resultados inteligentes, hay que cumplir una serie de características:

Simplicidad: Los inputs conversacionales (sin la web semántica) son demasiado complejos para sistemas de inteligencia colectiva. Google funciona solo en base a enlaces. También las interfaces deben ser simples.

Agregación: Una de las razones por la que las discusiones no llevan a resultados más "sabios" es que no son agregadas. Requieren de un agregador (humano) y de un algoritmo. En el ejemplo de las monedas, el agregador es la persona que dirige la prueba, el algoritmo, que es simplemente la media estadística. En el caso de Google pasa algo parecido, su algoritmo da lugar al PR, evoluciona en secreto desde hace tiempo y, según el autor, constituye un sistema bastante acertado de inteligencia colectiva.

Participación: En principio, un sistema bien diseñado para la sabiduría de las multitudes es más preciso cuántos más participantes tenga. Los sistemas de discusión en chats suelen ser caóticos cuando hay mucha gente. Si una comunidad funciona peor cuando son muchos sus participantes, no se trata de un sistema que pueda desarrollar la inteligencia colectiva.

Para que la multitud sea inteligente debe ser diversa. La sabiduría de las multitudes funciona porque los distintos límites tienden al equilibrio. Si hay mucha gente en cualquiera de los polos, los resultados serán peores.

Ego: Podría parecer lo contrario pero lo cierto es que las multitudes más sabias son aquellas hechas a partir de individuales pensando acerca de sus propias necesidades, no de las del grupo.

Es un resultado coherente con el que comentaba en el artículo sobre Participación de Wasko, M., & Faraj, S. (2005):  el aumento del capital social, de las conexiones, de la visibilidad, serían razones para la participación mucho más poderosas que las expectativas sobre el aprendizaje o la solución a problemas que la red nos podría aportar.

La teoría que podría parecer opuesta, en ese sentido, la del  Sharismo, nos diría que la tendencia natural a compartir puede estar siendo desviada por una educación basada en la propiedad privada.

El autor sitúa como ejemplo  el mercado de valores En él,  todos los participantes están motivados por comprar a bajo precio y vender a alto. Los mercados son inteligentes a la hora de establecer el valor de las compañías, a pesar de que cada cual esté siendo egoísta y esté pensando en ganar dinero en lugar de en el bien de la empresa en cuestión.

De forma similar, las decisiones individuales de los que mantenemos sitios web podrían estar produciendo, a través de los enlaces y el consiguiente Page Rank, resultados colectivos inteligentes.

El egoísmo implica un problema adicional: Cuando los miembros del grupo sitúan las necesidades de este por encima de las propias, el grupo está en peligro. El colapso del mercado de valores, el desastre del Challenger y muchos otros problemas son atribuibles, para el autor, al pensamiento grupal.

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En el ejemplo de las monedas se decía a los usuarios que quien acertase se llevaría todas las monedas. Su participación era egoísta y el hecho de que la respuesta del grupo pudiera ser aproximada a la realidad, solo una consecuencia indirecta de ello.

Feedback implícito

El feedback implícito es más honesto y menos proclive al juego, al falseo. Lo defendía en la presentación sobre Dinamización de comunidades que os dejaba ayer: Páginas vistas,  comentarios o otras acciones rastreables pueden ser mejores indicadores de la participación que los propios comentarios o aportaciones explícitas.

Sistemas de votación:

Puede sonar antidemocrático pero los sistemas de votación no contribuyen, en la mayoría de ocasiones, a la inteligencia colectiva. Varios estudios muestran que cuando puntuamos una serie de items de forma negativa, los usuarios que vayan llegando tenderán a votar también en negativo, rompiendo cualquier lógica. Marcar un tiempo limitado para las votaciones o moderar de cualquier otro modo este efecto podría ser la solución.

No había leído (estoy en ello ya) el libro de Surowiecki, en español, Cien mejor que uno, pero creo que puede aportar argumentos de valor a las decisiones que unos pocos políticos están y seguirán tomando sobre el futuro de la red.

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